Conflicto Israel y Palestina – Parte 1
El conflicto Israel y Palestina se plantea en un contexto donde dos pueblos mantienen una constante tensión en relación a un territorio que ambos reclaman como suyo. Palestina, como lo denominaban los británicos o filastin como es llamado por los árabes, pertenecía al Imperio Otomano.

Banderas de Israel y Palestina
La economía era predominantemente agraria, la cual estaba explotada en grandes latifundios y regentada por una serie de familias oligárquicas, como los Husseini, entre otros, que abogaban por una región autónoma pero dependiente de Constantinopla, sin una total independencia. El punto de inflexión del nacionalismo árabe se produce en 1908 cuando los “jóvenes turcos” se hacen con el poder en un momento de desmembración del imperio. Las élites árabes sentían que las direcciones políticas irían en detrimento de sus privilegios, por lo que, empezaron a ser más partidarios de la autonomía. Este nacionalismo, se pensó en base a una época pasada de esplendor árabe en el norte de África, en la península ibérica y en Oriente Próximo, cuando superaban al mundo occidental en diversos ámbitos académicos y culturales.
Desde hacía siglos, debido a la Diáspora , el pueblo judío se hallaba disperso por Europa, donde había sido objeto de represión. Se les culpaba de la muerte de Cristo. Aunque, con el paso del tiempo y el desarrollo de la industrialización y el capitalismo, los judíos se adaptaron exitosamente, llegando a conseguir logros reconocidos en diversas áreas. Posteriormente se produciría un retroceso en la cohesión europea tras la aparición de los partidos de masas a finales del siglo XIX. Ideologías nacionalistas y racistas surgían para volver a ejercer una represión judía.
El mayor volumen de población judía se encontraba en el Imperio ruso. En él, también fueron perseguidos y reprimidos, sobre todo tras la muerte del zar Alejandro II en 1881, conllevando a que gran parte de ellos tuvieran que emigrar a los Estados Unidos en busca de una nueva vida. Se produjo pues, en Europa, un sentimiento nacionalista-sionista que desembocó en un movimiento denominado Hibbat Zion o “El amor de Sión” , para promover el asentamiento judío en Palestina. El judío vienés -de Viena- Theodor Herzl, fue uno de los principales promotores dentro de una Viena plurinacional donde los judíos gozaban de una buena integración que fue deteriorándose según terminaba el siglo XIX.

Manifestación Palestina
Tras la alineación de Turquía con Alemania y el Imperio Austro-húngaro, en la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña empezó a negociar con los árabes a fin de conseguir su apoyo para la derrota de los turcos a cambio de una futura independencia. Pero no fue el único apoyo asegurado por los británicos, que consideraban al movimiento sionista como un gran aliado para la guerra, y por ello, tras la “declaración Balfour” se creó una Federación Sionista Británica en Palestina, garantizando los derechos civiles y religiosos para las comunidades no judías. Con la derrota de Turquía en la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña se aseguró el control territorial en forma de Mandato de la Sociedad de Naciones. Lo que provocó tensiones con la comunidad árabe y de éstos con una población judía creciente. La causa judía, obtenía el apoyo de organizaciones como la Organización Mundial Sionista y la Agencia Judía para Palestina, liderada por David Ben Gurión.
La creciente inmigración judía puso en evidencia el Mandato británico para Palestina, que se veían en dificultades para mantener el orden debido de las tensiones entre árabes y judíos. La inmigración judía era vista como una amenaza, ya que, poco a poco irían adquiriendo terrenos y forjando nuevos vínculos de convivencia. El hecho más trascendental de la migración judía de Europa a Palestina, fue la llegada de Adolf Hitler al poder de Alemania. El aumento del antisemitismo y del poder de la Alemania nazi, y las restricciones de inmigración de Estados Unidos supuso que el pueblo judío mirase a Palestina como la solución más viable, lo que conllevó a una mayor resistencia por parte de los árabes.
Al borde del estallido de la Segunda Guerra Mundial el apoyo árabe a la causa Palestina se hacía aún más indispensable. Gran Bretaña necesitaba asegurarse el abastecimiento de petróleo. Se estableció una declaración para la independencia formal de Palestina con una limitación de inmigración judía. La declaración de independencia del Secretario Británico para las colonias Malcom McDonalds fue percibida como un acto de traición por parte de los judíos, máxime cuando se empezaban a sentir las políticas antisemitas de Alemania.
Aunque, el Holocausto fue lo que determinaría finalmente el origen de un Estado judío. Solamente se veían seguros dentro de un territorio propio con un Estado que realmente defendiera sus intereses. El apoyo que recibió este proyecto por parte de Estados Unidos fue clave para desbloquear la negativa británica al respecto. Existía una fuerte comunidad judía en Estados Unidos que fue formándose progresivamente con el paso del tiempo desde la época colonial británica. La falta de oportunidades en Europa y sobre todo tras la muerte del zar Alejandro II en 1881, fue lo que motivó la inmigración. Disponían de una gran influencia en la política y economía norteamericana como para ejercer presión en pro del sionismo. Aunque, al igual que para Gran Bretaña y los aliados, la cuestión de Palestina era un tema delicado debido a la importancia de los suministros de petróleo de la zona. Pero, finalmente lo que hizo decantar la balanza fue la derrota de Hitler y su anterior “solución final”.

Graffiti Banksy
Pese a la victoria laborista en Gran Bretaña, que compartían puntos de vista socialdemócratas con la agencia judía para Palestina de Ben Gurión, finalmente se impuso una visión más diplomática en contra del sionismo y en favor de una alianza árabe para seguir obteniendo beneficios petrolíferos de la zona. Las estructuras civiles y políticas británicas en Palestina no estaban todo lo desarrolladas que se suponía para establecer un control efectivo de convivencia en el territorio y, además, en el área de influencia francesa, se habían producido independencias de los respectivos mandatos. Así pues, se empezó a conformar una presión más fuerte en favor de un Estado judío, ahora también con un aliado como Estados Unidos, que tras el cambio en la presidencia con Harry. S. Truman sucediendo a Franklin. D. Roosevelt, la creación del nuevo Estado tomaría tintes más realistas. El nuevo presidente se había ganado el apoyo político de ala judía del país, además de tener una especial sensibilidad por la cuestión judía.
Los británicos se resistían a la ampliación de inmigración judía a petición de los Estados Unidos. Seguían siendo contrarios a la creación del Estado de Israel. Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, los diversos grupos armados israelíes que actuaban en Palestina comenzaron con estrategias violentas contra el Imperio británico, los cuales se veían en la imposibilidad de establecer una cierta coacción, debido a las repercusiones de la anterior contienda. Las inestabilidades producidas, llevaron a los británicos a querer implicar a la Administración Truman en el conflicto. Se creó el Comité Anglo-Americano de Investigación. La partición del territorio, era una de las opciones que se barajaban, aunque no era bienvenida por los gobiernos mandatarios ni judío (La Agencia Judía para Palestina) ni árabe (El Alto Comité Árabe). Tampoco se llegaron a acuerdos entre el Reino Unido y Estados Unidos en relación a dar luz verde a 100.000 inmigrantes que había solicitado Ben Gurión, ni a un apoyo militar americano, ni a la creación de provincias autónomas.
El atentado perpetrado sobre el Hotel Rey David supuso un golpe para los británicos. Tras los daños ocasionados por los judíos, los británicos se vieron forzados a entablar conversaciones para el futuro de un Estado judío, en la Conferencia sobre Palestina en Londres. Una partición que no contentaba a ambas partes. Estados Unidos oficialmente también se posicionaría a favor mediante la “Declaración del Yom Kippur”.
Se creó un Comité Especial para Palestina (UNSCOP) para determinar y establecer las condiciones de la partición. Aunque dicha partición no contaba con el apoyo suficiente de judíos y árabes, los británicos se opusieron firmemente por considerar la negociación más perjudicial para el pueblo árabe. La posición más relevante al respecto sería la norteamericana que, tras moverse en un terreno ambiguo, debido a las presiones políticas de sionistas norteamericanos y a la necesidad de mantener buenas relaciones con los países árabes exportadores de petróleo, finalmente el presidente Harry S. Truman dio órdenes de apoyar el informe del UNSCOP. La influencia estadounidense también se trasladó al panorama internacional en cuanto a las votaciones en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Condicionaron el voto de algunos Estados a fin de poder sacar adelante el acuerdo de partición, y lo consiguieron.
Esta partición del territorio palestino fue acogida por un gran entusiasmo dentro del seno de la comunidad judía. Mientras que los árabes, no veían con buenos ojos los términos de la negociación del Comité Especial para Palestina. Se organizaron protestas y huelgas que acabaron con gran violencia. La tensión iría en aumento y, ante una situación de conflicto de este calibre, los británicos que ya previamente habían mostrado su rechazo a la partición, empezarían a convertirse en sujetos pasivos del conflicto.
La Comisión de las Naciones Unidas para Palestina creada para la dirección de los dos nuevos Estados fue otro de los factores que conllevaron el fracaso de la mediación y el establecimiento pacífico de ambos Estados. Los israelíes, aunque carecían de una estrategia sólida, estaban mejor preparados y organizados que los árabes. Muchos de ellos habían luchado en el ejército británico y poseían conocimientos bélicos. Así, establecieron el plan “D” para la defensa del Estado judío y sus propios asentamientos en territorio árabe. Y, el 14 de mayo de 1948, Israel declaró su independencia, conformando su propio Estado. El joven Estado judío tendría que afrontar y superar unos peligros exógenos para poder sobrevivir.
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