Democracia liberal
La democracia liberal tal y como la conocemos en nuestros días, esto es, en una visión eurocéntrica, como casi todo, es un sistema político que desde este artículo se argumentará como un concepto muy sobrevalorado y que, en la mayoría de las ocasiones, tal sobrevaloración no hace sino que desprestigiar la calidad y la potencia de un sistema político que probablemente es, como dijo Winston Churchill, el peor sistema político si excluimos a todos los demás. Lo cual lo convierte en el mejor de todos.

Posiblemente, ya el lector se haya percatado de un mínimo sesgo del que parte esta argumentación. Y teniendo en cuenta que conceptos como la democracia, la libertad, la felicidad, la igualdad… entre otros, no son características que se puedan cuantificar, esto es, no medibles, sino que se perciben a través de sentimientos, emociones y experimentaciones empíricas por medio de la experiencia sesgada y subjetiva de cada individuo, cualquier tipo de análisis que se pueda hacer en las presentes líneas en relación con la democracia partirá de un probable sesgo inherente al ser humano para con su cosmovisión política.

Sin entrar a valorar la democracia griega en profundidad, es necesario aclarar que en la antigua Grecia las experiencias que se llevaron a cabo en torno a la democracia eran democracias directas y no democracias representativas como las imperantes en la actualidad en las democracias liberales derivadas de los valores y principios políticos europeos. Como se ha explicado en el artículo del concepto de representación, la democracia experimentada en las democracias liberales, son representativas. Pues existe una distancia entre los representados y los representantes, los cuales representan la realidad política, las demandas y las posibles soluciones de los representados. ¿Pero, y por qué ocurre esto? ¿Por qué no puede el pueblo ejercer el poder que se le atribuye sin mediación alguna? ¿No sería la democracia directa la más lógica, eficiente y justa?
Lo que debemos tener en cuenta es que, si la democracia directa fuera un sistema más eficiente en términos generales, ¿por qué se ha ido reformulando a través de la historia desde la antigua Grecia hasta la actualidad? ¿Acaso hay algún motivo, conspiración, que impida que el pueblo ejerza su poder?
Como ya se sabrá, la palabra democracia, es un binomio de dos expresiones latinas, por un lado, demos y por otro lado cracia, es decir, el poder del pueblo. Bien, ahora lo que debemos de definir, creo, es lo que significa “pueblo”. En la mayoría de las ocasiones solemos aludir al pueblo como si fuera un ente homogéneo y uniforme que responde a una sola lógica. Pero creo es más correcto percibir el pueblo como un conjunto de miles o millones de individuos -dependiendo de cada Estado- y sujeto a la ciudadanía dentro de un Estado. Con tal cantidad de voluntades, experiencias, percepciones y subjetividades en sentido amplio, lo que defiendo es que los intentos de homogeneizar un número tan grande de individuos, en cuanto a voluntades políticas, es casi siempre un intento egoísta e interesado de atribuir al “pueblo” la propia voluntad personal e individual a través de la palabra, y en la mayoría de las veces una palabra elocuente y carismática, impropia de querer acercarse lo máximo posible a la objetividad.
Entonces, lo que deberíamos preguntarnos es, ¿cómo podría formularse y organizarse una democracia directa para poder encauzar las demandas no infundadas -importantísimo- de todos y cada uno de los ciudadanos? ¿Es eso posible? ¿Estamos todos los individuos capacitados para dar nuestra opinión en relación a la problemática y la solución con criterio y sin coacción -sea esto lo que sea- para tomar parte en la producción e implementación de nuestra propia legislación? Sea como sea, antes de defender una supuesta “democracia real”, esto es, directa, o defender una democracia representativa con mediación, creo que deberíamos de hacernos ciertas preguntas e intentar dilucidar si nuestra propia opinión es fruto de nuestro propio interés ideológico o si por el contrario, creemos que la realidad y la idiosincrasia humana tiene una limitación insuperable, y por tanto, sentir la democracia directa como de utópica.
En cualquier caso, es necesario señalar, que pese al concepto de representación introducido en las constituciones liberales propias de las revoluciones inglesa y francesa, la mayoría de ellas introducen artículos regulatorios para que ese “pueblo” pueda ejercer su poder y su expresión a través de instrumentos directos y con la menor mediación posible.