El anarcocapitalismo de Milei

por | ACTUALIDAD

El anarcocapitalismo es la rama más extrema del capitalismo. La rama de derechas del anarquismo. Un capitalismo sin Estado o con un Estado ultra mínimo.

Javier Milei

Javier Milei

El apodado “peluca” Milei no ha llegado a conseguir la máxima representación popular en términos de votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina. El peronista Sergio Massa ha ganado las elecciones. Por lo que, ambos candidatos se disputarán la presidencia de la República en segunda vuelta. Entre ambos, un combate político directo.

Javier Milei se ha autodenominado como liberal libertario, es decir, una ideología que se encuadra dentro del liberalismo capitalista más extremo. El libertarianismo o anarcocapitalismo. Y es que esta ideología tiene como objetivo privatizar casi o toda la vida de los ciudadanos. Pero claro, algún tipo de servicio común estatal deberá existir, de lo contrario, el Estado desaparecería y también la nación argentina, con el paso del tiempo. Por eso, un mínimo de seguridad policial e independencia del Estado mediante el ejército es necesario.

Y es que el anarquismo, siempre ha sido una ideología considerada de izquierdas. Una ideología que pretende la supresión del Estado y todas las relaciones jerárquicas y de subordinación. Pero esto es entendible cuando se lucha contra un Estado opresor capitalista que promueve la desigualdad social y, como no, contra el libre mercado causante de todos los males de la humanidad. Por ello, el anarquismo cree que al desaparecer este mal, el ser humano podría acceder a una opulencia material que diera lugar a una sociedad sin conflicto.

Por otro lado, está el anarcocapitalismo, el cual cree que el Estado es un impedimento para el correcto, efectivo y eficiente funcionamiento del comercio. Un Estado fiscalizador de impuestos y proveedor de recursos y necesidades básicas que no hace sino que entorpecer la creación de riqueza y el progreso económico del país (qué casualidad que Milei sea economista, ¿verdad?). Por ello, defienden que la mayoría de los servicios públicos sean privados y que cada individuo sea responsable único de proveerse de tales servicios a través de su esfuerzo y de su trabajo. Creen que de esta manera habría posibilidades para todos y que “allá cada cual” sino es capaz de sobrevivir por sí solo. Pues las herramientas y las oportunidades necesarias para tal provisión estarían al alcance de cualquiera con esfuerzo y determinación.

Cartel de Javier Milei

Cartel de Javier Milei

Argentina es un país que actualmente goza de unos niveles de corrupción y de inestabilidad económica demasiado inaceptables para la mayoría de la población. Por supuesto, tal situación ha sido sino provocada, al menos ineficientemente permitida por los gobernantes a manos de un Estado que no ha sido capaz de funcionar como se le pide. Los ciudadanos por tanto, sienten que el Estado no está a la altura de las necesidades de la población. De tal concepción surge la dicotomía propia del populismo, el núcleo central del mismo, pueblo virtuoso-élite corrupta. Aquí “el peluca Milei” se erige como salvador del pueblo virtuoso en contra de una élite corrupta. El salvador Milei que llega como visionario del pueblo argentino contra un Estado corrupto. Esto es el populismo. El cual se enmarca y liga a otra ideología “densa” (capaz de explicar todos los fenómenos de la cosmovisión política). Promueve una reducción drástica de ministerios y departamentos del Estado argentino, pues a su parecer no sirven para nada, solo para el adoctrinamiento, para la corrupción política, para la ineficiencia económica productiva, etcétera.

¿Pero podrá Milei reducir el Estado al mínimo? Pues eso dependerá del Tribunal Constitucional de Argentina, es decir, de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El máximo órgano garante de la Constitución. Pues tales tribunales son los encargados de interpretar la misma. Un órgano de especial relevancia cuando el desacuerdo político nacional interpela a dicho órgano constantemente para que se pronuncie sobre la Carta Magna. Por eso, que sea independiente y goce de garantías de legitimidad es vital para el devenir del futuro de cualquier Estado nacional contemporáneo. Pues de controlarse políticamente, sus resoluciones podrán caer tanto para un lado como para el otro.