El Canal de Panamá, un hito en el comercio marítimo

por | POLÍTICA INTERNACIONAL

El canal de Panamá representa no solo un esfuerzo monumental por conectar los océanos Atlántico y Pacífico, sino también un simbolismo del poder geopolítico y las ambiciones humanas. Su construcción, contexto y desarrollo estuvieron marcados por una compleja interacción de intereses nacionales, tecnología y financiamiento, que transformaron la región y el comercio mundial.

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Canal de Panamá, principios siglo XX

El sueño de un canal que conectara ambos océanos no era nuevo en el siglo XIX. Desde los tiempos de los conquistadores españoles, como Vasco Núñez de Balboa, quien descubrió el Mar del Sur (hoy conocido como el océano Pacífico) en 1513, se contempló la idea de un paso que facilitara el tránsito entre ambos lados del continente americano. Sin embargo, la tecnología y los recursos necesarios para realizarlo estaban fuera del alcance de las potencias coloniales de la época. Fue hasta el siglo XIX cuando la Revolución Industrial y los avances en ingeniería hicieron factible considerar seriamente la construcción de un canal interoceánico.

El contexto histórico en el que surgió la idea moderna del canal de Panamá estaba profundamente influenciado por el crecimiento del comercio global y el dominio de los mares. El canal de Suez, inaugurado en 1869 bajo la dirección del ingeniero francés Ferdinand de Lesseps, demostró que proyectos de esta magnitud eran posibles. Inspirados por este éxito, los franceses, liderados nuevamente por De Lesseps, intentaron replicar su hazaña en el istmo de Panamá, que entonces era parte de Colombia. Sin embargo, el proyecto inicial fracasó debido a una combinación de mala gestión, enfermedades tropicales como la malaria y la fiebre amarilla, y dificultades técnicas que superaron los recursos y la tecnología disponible.

El fracaso del proyecto francés no disuadió a otras potencias de considerar el canal como una necesidad estratégica y económica. Estados Unidos, emergiendo como una potencia global a finales del siglo XIX, reconoció la importancia del canal para proyectar su influencia en ambos océanos y facilitar su comercio y su poderío militar. Bajo la administración del presidente Theodore Roosevelt, Estados Unidos asumió el desafío de construir el canal. Este movimiento estuvo respaldado por la filosofía del Destino Manifiesto y la política del Gran Garrote, que justificaban la expansión estadounidense en el hemisferio occidental.

El compromiso de Estados Unidos con el proyecto del canal también estuvo condicionado por eventos políticos clave. En 1903, el gobierno estadounidense apoyó la independencia de Panamá respecto de Colombia, lo que facilitó la firma del Tratado Hay-Bunau-Varilla. Este acuerdo garantizó a Estados Unidos el control de una zona de 16 kilómetros de ancho a lo largo del istmo, conocida como la Zona del Canal, a cambio de pagos financieros y un apoyo simbólico a la nueva república panameña. Este tratado fue sumamente controvertido, ya que otorgó a Estados Unidos un control casi total sobre una porción clave del territorio panameño, lo que generó tensiones políticas y sociales durante décadas.

Banderas EEUU-UE

Cavación Canal de Panamá, ilustración

La construcción del canal, llevada a cabo entre 1904 y 1914, fue una hazaña técnica y logística sin precedentes. Los ingenieros estadounidenses, liderados por figuras como John Frank Stevens y George Washington Goethals, introdujeron soluciones innovadoras para superar los retos técnicos que habían derrotado a los franceses. Entre estos avances destacaron el uso de esclusas en lugar de un canal a nivel del mar, y la creación de un lago artificial, el lago Gatún, para facilitar el tránsito de los barcos. Además, se realizaron importantes avances en el control de enfermedades tropicales bajo la dirección del Dr. William C. Gorgas, quien implementó medidas de saneamiento que redujeron drásticamente la mortalidad entre los trabajadores.

El financiamiento del canal fue asumido en su totalidad por el gobierno de Estados Unidos, que destinó aproximadamente 375 millones de dólares a su construcción, una cifra colosal para la época. Este esfuerzo financiero fue justificado por la enorme importancia estratégica y económica del canal, que redujo drásticamente el tiempo y la distancia de navegación entre las costas este y oeste de Estados Unidos, así como entre Europa y Asia. Una vez inaugurado en 1914, el canal de Panamá se convirtió rápidamente en una arteria vital para el comercio mundial y un pilar de la influencia estadounidense en el hemisferio occidental.

Los principales autores y visionarios detrás del canal incluyen a Ferdinand de Lesseps, cuyo fracaso en Panamá sentó las bases para los futuros éxitos estadounidenses, y a los ingenieros y líderes mencionados, quienes transformaron un sueño en realidad. También es importante mencionar a Theodore Roosevelt, cuyo respaldo político y determinación fueron cruciales para la realización del proyecto. Roosevelt consideró el canal como una extensión de su visión de Estados Unidos como una potencia mundial, y su entusiasmo personal por la obra quedó reflejado en su famosa frase: “Yo tomé la Zona del Canal”.

El impacto del canal de Panamá fue mucho más allá de la región. En el contexto de las dos guerras mundiales, el canal sirvió como un punto estratégico vital para el tránsito de tropas y suministros. Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, su protección se convirtió en una prioridad para Estados Unidos, que desplegó tropas en la región para evitar cualquier ataque o sabotaje. Además, el canal también desempeñó un papel crucial en la expansión del comercio global en el siglo XX, permitiendo a las economías emergentes acceder a nuevos mercados y competir en un escenario internacional.

La influencia cultural del canal tampoco puede ser subestimada. A lo largo de las décadas, el canal ha sido un punto de encuentro para trabajadores, ingenieros y empresarios de todo el mundo, creando una comunidad diversa en la región. Esta diversidad también ha influido en la cultura panameña, enriqueciendo su música, gastronomía y tradiciones con elementos de diversas culturas. Además, el canal ha inspirado a escritores, artistas y cineastas, que han encontrado en él un símbolo de la capacidad humana para superar desafíos aparentemente insuperables.

Durante gran parte del siglo XX, la presencia de Estados Unidos en la Zona del Canal fue motivo de tensiones con Panamá, que reclamaba su soberanía sobre el territorio. Estas tensiones culminaron en 1977 con la firma de los Tratados Torrijos-Carter, que establecieron un calendario para la transferencia del canal a Panamá, completada en 1999. Esta transferencia marcó un hito en la historia de Panamá, que finalmente pudo ejercer control total sobre una infraestructura que había sido crucial para su desarrollo económico y político.

Hoy en día, el canal sigue siendo una pieza clave del comercio internacional, administrado por la Autoridad del Canal de Panamá. En 2016, se completó una ampliación que permitió el tránsito de buques mucho más grandes, conocidos como neopanamax, consolidando a Panamá como un centro logístico global. Este proyecto de ampliación no solo incrementó la capacidad del canal, sino que también reafirmó su importancia estratégica en un mundo cada vez más interconectado.