El Fútbol y la Revolución Industrial

por | POLÍTICA INTERNACIONAL

El fútbol y la Revolución Industrial tiene que ver con el ocio y el tiempo libre, pero también con el orgullo y la pasión de ser quienes somos, de defendernos y de rivalizar contra otros. Una cultura popular que estuvo al albur de las condiciones económicas. Es decir, de la “alta cultura” (high culture).

Escocia derrota a Inglaterra en 1922

Escocia derrota a Inglaterra en 1922

El origen del fútbol moderno se remonta a la sociedad inglesa victoriana del siglo XIX. Es cuando se institucionaliza y se normatiza. Aunque los juegos con pelota se remontan a épocas prehistóricas y neolíticas, también en la antigua China, Egipto, Grecia y Roma, entre otros. Fue el Imperio romano cuando en la conquista de Britania, introdujo un juego llamado Haspastum en torno al año 43 d.C. Pero, lo que nos interesa respecto al fútbol moderno, es en relación al fútbol y la Revolución Industrial, que se desarrolló en la sociedad inglesa de mediados del siglo XIX, hasta convertirse en el deporte popular más practicado del mundo. Y es que, el fútbol -al igual que la mayoría de los deportes- era practicado por las clases acomodadas y con tiempo para el ocio. ¿Cómo sino iban a practicar algún tipo de actividad que no estuviera relacionada con la adquisición de recursos económicos?

En cualquier caso, lo que inventaron los ingleses fueron las reglas de fútbol. Concretamente, en 1848, fue cuando los estudiantes de Cambridge establecieron unas reglas del fútbol -recordemos, ya inserto en la cultura del pueblo inglés- que posteriormente sirvieron como base para su oficialización en la Football Association, en 1863.

Dartford vs Northfleet, 1939

Dartford vs Northfleet, 1939

Y es que, los deportes surgen como una necesidad de realizar algún tipo de actividad física frente a la intensidad del trabajo productivo. Es en el 1821, cuando nace la revista “Sporting Life” en Inglaterra, como precursora de los actuales medios de comunicación deportivos. Para dar cabida a una opinión pública inglesa que empezaba a necesitar del ejercicio físico en sus vidas cotidianas. Y es que el fútbol era un deporte que practicaban las clases elitistas de la sociedad, y solo se fue popularizando una vez todos los ciudadanos fueron adquiriendo y conquistando derechos laborales y sociales para poder disponer de un tiempo de ocio necesario. Se debe pensar en la sociedad inglesa del XIX, no solo porque fue allí donde se expandió, sino también porque fue allí donde surgió la Revolución Industrial y donde se desarrollaron genuinamente las sociedades capitalistas que a día de hoy conocemos. Es decir, el desarrollo industrial y el desarrollo del deporte van de la mano. Pero industria en sentido amplio, y todo lo que ello engloba. Tales como marinería, ejército, ingeniería, etcétera.

Con las economías y las producciones industriales, se deja atrás las economías agrarias y familiares. Surgen grandes núcleos urbanos y grandes concentraciones de ciudadanos. También paralelamente a la industria, se va desarrollando una educación pública que dote a los ciudadanos de los conocimientos necesarios para poder desarrollar actividades productivas en un futuro. Las actividades deportivas se antojaban como ejercicios necesarios para el aprendizaje y el bienestar. Primero se introdujeron en las escuelas privadas y poco a poco en las públicas.

Y es que el fútbol, primero se popularizó en las escuelas para después pasar paulatinamente a las fábricas de la Gran Bretaña industrial del XIX. La competencia social y laboral se trasladaba a los aledaños de las fábricas en forma de competencia deportiva. Donde las diferentes clases de trabajadores, clases sociales, por oficio e incluso entre compañías, se enfrentaban entre sí. El fútbol significó un nuevo arraigo al desarraigo social que supuso la migración del campo a la ciudad, la pérdida de la cotidianidad familiar y tradicional, la transformación en un mundo impersonal, etcétera. Surgieron nuevas formas de identidad social.

Pero también, como ya se ha mencionado, se empezó a practicar en los descansos dominicales y en aquellos dedicados al ocio y al derecho del disfrute de la vida amplia. Con la lucha laboral y sindical, los trabajadores fueron consiguiendo mejoras laborales y profesionales. Se fue reduciendo la jornada laboral y los días de trabajo. También se fueron adquiriendo mejoras salariales y mayor poder adquisitivo. Por lo que, los estándares de vida, en general, poco a poco fueron mejorando para la mayoría de los ciudadanos. Esto dejaba espacio para el ocio, y para otro tipo de vida que no fueran las fábricas. De hecho, alrededor de 1850 las autoridades inglesas tuvieron que intervenir para limitar las llamadas “blood sports” (deportes de sangre) de las clases trabajadoras.

Bromley vs London Paper Mills, FA Cup, 1937

Bromley vs London Paper Mills, FA Cup, 1937

El ferrocarril (un invento inglés) -sobre todo- y las minas de carbón, concretamente sus compañías privadas, tuvieron una enorme influencia en la conformación de los equipos y en el desarrollo del fútbol durante el siglo XIX. Ambos sectores productivos suponían unas infraestructuras y unos recursos vitales para la producción industrial de la época. Además el ferrocarril, significaba un medio de movilidad, lo que ayudó a la expansión nacional e internacional del deporte. También, debido a la alta productividad y empleabilidad, se pudieron conseguir -a través de las reivindicaciones y la lucha social, claro- derechos sociales y laborales pioneros en los países que se estaban industrializando. Y de ahí, el tiempo libre y necesario para practicar deporte.  Tanto es así, que la mayoría de los equipos de fútbol tenían el nombre de la compañía ferroviaria y/o establecían sus estadios y sus sedes en las cercanías de las estaciones de tren u otros sectores industriales de especial relevancia.

A modo de ejemplos ilustrativos, en 1851 se realizó en Londres la Gran Exposición de Trabajos Industriales donde participaban diferentes naciones. La exposición tuvo lugar en un palacio de cristal donde trabajaron alrededor de 200 trabajadores en turnos de aproximadamente 14 horas. En 1861 los trabajadores que hicieron posible aquel palacio de cristal fundaron un equipo de fútbol llamado Cristal Palace (Palacio de Cristal). Pero el equipo pionero de todos es el Sheffield F.C. Un equipo fundado en octubre de 1857 por dos estudiantes en Yorkshire, una región minera de Inglaterra.

En 1866 nace el Arsenal. En los talleres de Woolwich Arsenal, una fábrica de piezas para el ejército. En 1873, trabajadores ingleses construyeron un muelle en Huelva. Tal actividad productiva hizo que se fueran organizando partidos en las cercanías. Se establece así el inició del deporte rey en España, en Minas de Riotinto (Huelva).

En 1899 se fundaría el F.C Barcelona. El tal Joan Gamper, al cual se le presupone la fundación del club, no es otro que Hans-Max Gamper Haessig, un suizo al que los escoceses -atraídos por la industria textil de Barcelona- no le permitieron entrar en el Gimnasio de Tolosa, por lo que fundó su propio equipo de fútbol.

Los ejemplos mencionados, establecen una relación entre la industrialización y el comercio, la competencia y la identidad. Entre el fútbol y la Revolución Industrial. Los nacientes y progresivos procesos productivos fomentaba la competencia entre clases -posteriormente entre naciones-. Una competencia necesaria para adquirir un bienestar cada vez mayor y en relación con los niveles de vida que gozaban otros sectores sociales. Las luchas político sociales, y con más facilidad en los sectores más productivos como el ferrocarril, el acero, las minas, etcétera., hicieron que parte del tejido empresarial pudiera gozar de un tiempo libre mayor para el ocio. Por otro lado, esta posibilidad temporal y vital hizo que de algún modo se establecieran arraigos identitarios en los nuevos centros urbanos y de población. Una identidad basada en los equipos de fútbol, donde los integrantes eran trabajadores o compañeros de algún tipo de empresa, mayoritariamente, o también de una identidad basada en una clase social. Como la clase trabajadora, por ejemplo.