El imperialismo europeo en Medio Oriente – Parte 1

por | CONFLICTO ISRAEL Y PALESTINA

Para comprender los conflictos entre Israel y Palestina debemos tener en cuenta la disolución del Imperio Otomano y las aspiraciones imperialistas de Reino Unido, Francia y Estados Unidos. Así como la no consideración de las realidades nacionales nacientes.

Mapa Acuerdo Sykes-Picot

Mapa Acuerdo Sykes-Picot

El imperialismo europeo en Medio Oriente debe enfocarse principalmente en sus aspiraciones para con los otomanos.El Imperio Otomano fue un vasto imperio que finalizó su andadura en 1922, desde su inicio en 1299. Fue una derivación del Imperio Mongol, una organización político-militar-administrativa pluriétnica, un imperio. Las disoluciones de los imperios -más si cabe, si éstos han sido tan longevos como el otomano- son situaciones políticas de especial relevancia por el hecho de la conformación de las naciones, posteriormente. Las guerras mundiales europeas son hijas de los nacionalismos crecientes del siglo XIX. Y los conflictos posteriores también, como por ejemplo la Guerra de los Balcanes, una guerra nacionalista producida por la desmembración tanto del Imperio Otomano como del Imperio Austro-húngaro. Y es que, desde que surgen las naciones con la Revolución francesa, la humanidad siente la necesidad de establecer una unidad política-cultural-territorial para los nuevos Estados.

El Imperio Otomano ya se estaba desintegrando antes de la Primera Guerra Mundial. Y los europeos lo sabían. El vasto imperio poseía el poder y el control de diversas culturas, etnias y religiones que necesitaban de una configuración política homogénea. Y el acuerdo Sykes-Picot en 1916 hizo saltar por los aires las necesidades nacionales de Medio Oriente. Mark Sykes (Inglaterra) y François Georges-Picot (Francia) firmaron un pacto secreto por el que se repartirían Oriente Próximo ateniendo a las necesidades de Inglaterra y Francia, y nunca a las necesidades culturales y étnicas de las realidades y las necesidades de Oriente Próximo. Por medio de tal acuerdo, se dividían el territorio en cinco zonas de influencia. Inglaterra controlaría lo que hoy es Jordania y el sur del Iraq, y la parte Palestina de Haifa y Acre (el resto de Palestina quedaría bajo control internacional). Francia, por su parte, obtendría el sureste de Turquía, el norte de Iraq y Siria (de Mosul a Damasco, además de incluir Beirut (Líbano).

En la segunda mitad del siglo XIX se abre un período denominado “imperialismo europeo”, aunque ya el Imperio británico había comenzado sus andaduras décadas anteriores -véase la India, por ejemplo-. Las potencias europeas veían en la debilidad del Imperio Otomano una oportunidad para hacer sentir sus intereses en la zona. Algo que se materializó con la Primera Guerra Mundial en 1914 (cuando empieza el imperialismo europeo en Medio Oriente), alineándose los otomanos con Alemania y Austriahungría. A este hecho, se le suma o se le complementa la situación del pueblo judío, culminando con el holocausto y la finalización de la Segunda Guerra Mundial. El Imperio británico y también las potencias occidentales veían con buenos ojos una creciente inmigración judía hacia Palestina. Una forma de obtener rédito estratégico en los antiguos vestigios cristianos, alimentado además por la situación judía en Europa. Un hecho patente y oficializado con la “Declaración Balfour” en 1917, manifestada por el ministro de Relaciones Exteriores británico Arthur James Balfour al barón Lionel Walter Rothschild, líder de la comunidad judía en Inglaterra.

Tropas británicas, a luchar con los otomanos

Tropas británicas, a luchar contra los otomanos

Una situación xenófoba basada en un antisemitismo creciente durante el siglo XIX en cuyo origen, nuevamente, está el nacionalismo. Tal situación propició una creciente inmigración judía hacia Palestina, donde ya había una pequeña comunidad judía dentro del Imperio Otomano. En 1881 es cuando se inicia la primera oleada de inmigración derivada de las persecuciones hacia los judíos. También existió una segunda oleada que va desde 1904 hasta 1914, cuando comienza la Primera Guerra Mundial. En Palestina, los judíos adquirían tierras compradas a terratenientes árabes o a “ciudadanos” del Imperio Otomano, en general.

En 1896 tuvo lugar un acontecimiento político de especial relevancia para la cuestión judía. Más bien fue un hecho social, debido a la publicación de un manuscrito llamado “El Estado judío” de Theodor Herzl, que contribuyó a la idea de la posibilidad real de la creación de un Estado para los judíos en Palestina. Es a partir de aquí, cuando se crean la Compañía Judía y la Sociedad de los Judíos para favorecer la inmigración y el asentamiento en Palestina. La Primera Guerra Mundial estaba al caer, la población judía necesitaba un hogar, el Imperio Otomano se estaba debilitando y las potencias europeas tenían sed imperial. Véase el hecho de, cuando Mehmet Alí Pasha (gobernador de Egipto) conquista el territorio que va desde Palestina a Siria (en provecho de la debilidad otomana), los británicos intervienen para expulsarlos en favor de los otomanos, aunque promoviendo la inmigración judía.

Todavía no se daban las condiciones necesarias para conquistar el vasto imperio. Lo cierto es que el imperio era cada vez más débil -terminó por implosionar después de 1914-. Su debilidad comenzó a principios del siglo XIX, en torno al año 1800. Pero, ¿por qué? ¿Por qué justo después de la Revolución nacionalista francesa? Efectiva y nuevamente, debido del nacionalismo y del liberalismo económico y político que Europa exportaba a las diferentes partes del mundo. Un imperio tan longevo, con tantas culturas, etnias, lenguas y religiones debía reconfigurarse. El problema es que no lo hizo. Solo a capricho de Reino Unido y Francia, principalmente.