El Liberalismo político
Hoy en día, la palabra y la ideología liberal está muy presente en nuestro lenguaje. Se suele aludir a que un partido o persona es liberal. Y claro, con el solo resonar de la palabra liberal ya parece que estamos del lado bueno de la historia. Pues la palabra liberal se atribuye a la palabra libertad, y, ¿a quién no le gusta la libertad?
Principios de la Revolución Francesa
Mediante este artículo hablaremos del liberalismo como la primera ideología que surgió con las revoluciones francesa y americana. Y, por lo tanto, al ser la primera ideología, todas las demás derivan en torno a ella, bien como progresión o bien como rechazo. A este respecto, nos atrevemos a decir que el socialismo es una derivación del liberalismo, no es que el socialismo, que surgió del movimiento obrero, sea liberal. Pero el socialismo no puede entenderse sin el liberalismo. Cabe destacar, que el liberalismo realmente, surge con John Locke principalmente, en el seno de la sociedad británica en el siglo XVII, y se va desarrollando no solo en Inglaterra sino también en Europa. Pero es puesto en práctica de forma más extrema en Francia y con la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. En Inglaterra lo que se produce es una limitación de los poderes reales.
El liberalismo surge como reacción al Estado absoluto monárquico del antiguo régimen previo a las revoluciones francesa y americana. La amenaza, por tanto, viene del rey. Se suele tener una concepción, de que éstas revoluciones fueron revoluciones burguesas, en tanto en cuanto, la burguesía que ostentaba ya un poder económico y político sumado a la ineficiencia del Estado absolutista para hacer frente a las crisis, hizo que, esta clase social, con un creciente incremento de poder consiguiera establecer un nuevo régimen político a través de la revolución apoyada por parte de la nobleza. Surge así el concepto de representación.
Asalto de la prisión de la Bastilla durante la Revolución Francesa
Y es que, la representación se introduce para representar al pueblo políticamente, como instrumento de mediación. Por eso, el liberalismo y la democracia son contrarios. La democracia es el poder del pueblo, sea eso lo que sea, y el liberalismo es un poder oligárquico, es decir, el poder de unos pocos. Por eso, sin el concepto de representación, no existirían las democracias liberales, existiría o el liberalismo, a través de un sufragio censitario (sugrafio limitado estatus económico y/o social), o la democracia, a través de la democracia directa con sufragio universal, sin mediación. El sufragio censitario estaba restringido a la parte de la población que ostentaba un cierto número de bienes y/o propiedades. Quedando la parte restante de la población sin derecho a voto. Puede parecer algo injusto, y, de hecho, bajo la noción de justicia de este medio de comunicación, lo es.
Pero, lejos del tilde ideológico que pueda suponer tal medida, también tiene una parte pragmática. Y es que, por aquel entonces, allá a principios del siglo XIX, no todo el mundo disponía de propiedad privada, y por tanto, estaban a merced de los bienes y la renta de una minoría propietaria. Entonces, si se hubiese introducido un sufragio universal cuando la mayoría de la población no era independiente económicamente, esto es sin propiedad privada, podría quedar el voto a expensas de la voluntad de los propietarios al influir sobre la decisión de quienes no disponían de propiedad privada. Es aquí donde entra el principio de la autonomía de la voluntad, por el cual se depende de otra persona que condiciona tu propia decisión. Y eso podría ocurrir si no se ostentase la propiedad privada.
El liberalismo, pues, supone una ideología frente al absolutismo, que se va abriendo poco a poco frente a la arbitrariedad, el despotismo, la discrecionalidad, el poder de la mayoría, etc. En el centro de esta ideología está el individuo. En el socialismo estaría la clase social. Pero claro, para que aparezca el socialismo previamente habría de haberse roto con el rey y el absolutismo, por lo que, diremos que no habría habido socialismo sin liberalismo previo. El individuo, por tanto, es indivisible y habrá que protegerlo de cualquier tipo de abuso. El individuo es previo a la sociedad, el origen de todo, que constituye voluntariamente la sociedad mediante un contrato social y privado que se traslada al ámbito político, con el fin de la búsqueda de la seguridad. Surge, pues, la sociedad civil, como espacio donde el Estado tiene una limitación en cuanto a la intervención.
El individuo queda, bajo esta ideología, protegido de cualquier abuso estatal, pues éste es portador de derechos naturales inherentes por el siempre hecho de ser persona. No se le puede privar al individuo de sus propios derechos, les corresponden por naturaleza. Otro de los conceptos clave del liberalismo, lo tenemos en el principio de legalidad. Legalidad, como igualdad ante la ley y por lo tanto, defensa frente a cualquier abuso de discrecionalidad.
Por último, para entender esta ideología, es necesario precisar el concepto de libertad al cual se refiere. Isaiah Berlin, acuña los conceptos de libertad positiva y libertad negativa. La libertad positiva alude a la promoción y a la provisión de la libertad a través del Estado, como defenderá el socialismo posteriormente. Mientras que el concepto de libertad negativa hace referencia a libertad como no interferencia, allá cada cual, como ausencia de dominación. John Rawls dirá, por ejemplo, que la clave está en la necesidad, pues quien decide por necesidad no lo hará libremente.
Posteriormente el liberalismo se escindirá una vez establecido el capitalismo, en un liberalismo más social denominado ordoliberalismo, y un neoliberalismo donde en el centro ya no estará el individuo, sino el libre mercado, y donde algunos liberales alentarán de que ahora el peligro para el individuo vendrá de las grandes corporaciones y no del Estado.
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