La base de la democracia

por | OPINIÓN

Cuando hablamos de democracia hablamos del poder del pueblo, pero tal concepción homogénea y general del pueblo es una construcción artificial en base a intereses políticos.

8 años del 15M en Madrid

8 años del 15M en Madrid

Como ya hemos dejado entrever en numerosos artículos, la democracia es un sistema político, una forma de Estado, donde el poder del mismo se ostenta a través del pueblo. El Demos, el pueblo, tiene el poder, el Kratos. Pero el pueblo no es Uno, por mucho que se quiera configurar como tal, el pueblo son todos y cada uno de los ciudadanos de un país, Estado, tanto con derecho a voto como sin él. Los que todavía no tienen derecho de voto por edad o por otra índole también participan en la actividad política y social dentro de las fronteras en cuestión, de alguna u otra manera.

Entonces, la configuración de la voluntad de millones de personas (según el censo de cada Estado) es prácticamente imposible, al menos si se quiere hacer de forma individualizada. No existen voluntades tan individuales como para que supongan millones de voluntades y de poderes. Lo que existen son grupos de voluntades y de poderes dentro de la configuración social de un Estado. Por ello es necesario acudir a Robert Dahl. Como hemos dicho en los artículos del populismo, el líder populista trata de configurar todas estas voluntades en Una. El Pueblo-Uno, y por tanto el populista, sería el Hombre-Pueblo (ver el populismo de Rosanvallon). Por ello, cuando se conforman mayorías parlamentarias o gobiernos que solo representan al 55% o el 60% de los ciudadanos, una de las premisas de las democracias es la aceptación. Es necesario aceptar los resultados democráticos cuando no se está de acuerdo.

Pero volviendo a la concepción populista de la democracia cuando se quiere configurar el Pueblo-Uno y un político o partido político quiere ser el pueblo -al menos una parte de él- se deriva el problema de la no fundamentación de las ideas de los ciudadanos. Es decir, las ideas de todas las diferentes concepciones del pueblo son infundadas por los políticos. Creemos defender ideas propias, cuando en realidad de alguna manera a través de los medios de comunicación, con fakes news, con información filtrada, con carisma, etcétera,. nos hacen creer una realidad política que solo se basa en el propio interés de los partidos y de los políticos. La vinculación que el ciudadano lleva a cabo con tal idea infundada es debido al propio interés personal. Debido de su personalidad, de su propia experiencia, de sus intereses o los de sus allegados, es decir, debido de su socialización política el individuo se adhiere o no a un ideario político infundado desde unas élites. Éste es el gran problema de la democracia y el gran reto a resolver, cuando no actuamos como librepensadores. Aunque actuar como tal, totalmente, es completamente imposible, es un medio para conseguir un fin inalcanzable. Pero éste es el camino.

Manifestación junio 2011, Puerta del Sol (Madrid)

Manifestación junio 2011, Puerta del Sol (Madrid)

La democracia se muestra como el máximo ideal político en términos prácticos de poder, pero a su vez asistimos a una gran deslegitimación. En muchas ocasiones la democracia está sobrevalorada por aquéllos que se llaman demócratas, aludiendo a que si tal política se ha implementado democráticamente…pues no se puede hacer nada más. ¿Pero, de verdad se ha hecho de acorde a la premisa más pura de la democracia? En otras ocasiones algunos minusvaloran la democracia simplemente por no estar de acuerdo con el resultado, aunque se haya hecho de acorde a los procedimientos democráticos y legítimos.

Nos aventuramos a decir, en qué consiste simple y llanamente una democracia, aunque posteriormente sea necesario desgranar la concepción y el ideario. Pues no resulta sencillo hacer una traslación de poder entre las demandas del pueblo y su concreción en los representantes políticos. Y es en esta relación en lo que básicamente consiste la democracia. La democracia es la traslación efectiva del poder del pueblo encarnado en los representantes políticos, para que de una forma legítima recojan y representen las necesidades y la realidad política del pueblo, y por tanto, sean los representantes quienes legislen en el nombre del pueblo. No puede haber una división entre las necesidades y las demandas del pueblo, y posteriormente en las políticas implementadas. Por eso las democracias representativas son sistemas democráticos racionalizados. Aunque la racionalización puede incurrir en problemas de representación efectiva entre representantes y representados.

Llevar esta empresa a cabo, es harto difícil. Primero, debido a que las necesidades que tenga cada ciudadano tiene una vertiente consciente e inconsciente. Segundo, que las necesidades y las realidades son cambiantes (y la memoria es volátil). Tercero, que los ciudadanos carecemos -generalmente- de conocimientos teóricos en relación a la política. Cuarto, que contamos con información limitada y manipulada, es decir, sesgada. Quinto, que como hemos explicado existen ideas y necesidades fundadas e infundadas. Sexto, que tanto dentro del pueblo como dentro de una élite política existen éticas opuestas. Podríamos continuar con la enumeración…

En cualquier caso, creemos y es necesario sumergirse en el pensamiento político de Robert Dahl, para complementar y comprender mejor el concepto de democracia. El cual veremos en otro artículo. Un concepto basado en una confluencia de poderes, en una poliarquía, y no tanto en una voluntad general de la cual puede derivar el populismo.