La herencia europea en América
Pretendemos arrojar un poco de luz, de forma generalizada, a las principales razones por las cuales existe una diferencia de desarrollo tan grande entre Estados Unidos – y Canadá si cabe- y Latino América -sobre todo para con los países de herencia hispánica-. Es decir, una herencia europea en América, derivada mayoritariamente de la monarquía inglesa y española.

Desembarco de Cristóbal Colón en Nuevo Mundo. 1492
Habiendo estado estas dos regiones bajo la colonización y la dependencia europea, resulta curioso cómo hoy día, los Estados Unidos de América se consolidan como la primera potencia económica mundial, mientras que Latino América persiste como una región en vías de desarrollo. Ambas tuvieron una independencia de alrededor de 30 años de diferencia. Como es el caso de Estados Unidos, su declaración de independencia data de 1776. Pero no parece ser un hecho de vital relevancia para esclarecer el porqué de estas diferencias tan grandes de desarrollo. Se analizará la dependencia de Latino América con la Monarquía española y la dependencia de Estados Unidos con la Monarquía británica. Se dejará de lado la parte que hoy día pertenece al Estado soberano canadiense, pues no ha tenido tanta influencia en el centro y el sur de América, y, además, su independencia se produjo casi un siglo más tarde que la de su vecino del norte, en 1867.
El tiempo que un territorio queda subyugado por otro y el tiempo de vida que ha necesitado para desarrollarse es importante, pero no lo es todo. Por ello, dejando de lado los factores culturales de los nativos americanos en el sur y en el norte, haremos hincapié en la cultura política de los españoles y de los ingleses, el cual fue el factor más determinante -junto con otros- para que, a día de hoy, se pueda entender la cultura política de ambas regiones y sus diferencias de desarrollo.

Hernán Cortés en la batalla de Otumba. 1520
La cultura política que podemos observar hoy día en los países latino americanos, no goza de la estabilidad y las garantías democráticas que se supone deben derivar de sus cartas magnas. La región ostenta cierto grado de subdesarrollo tanto a nivel político como económico. Dentro de Europa, si comparamos a España con el Reino Unido, también podemos ver ciertas diferencias. Quizás cada vez se vayan estrechando más, pero cierto es que, desde hace siglos, la monarquía parlamentaria y la Revolución industrial han hecho que Inglaterra vaya a la vanguardia de Europa, mientras que en España ha sucedido todo lo contrario. Las primeras revoluciones americanas estallaron en las colonias españolas durante la ocupación de las tropas napoleónicas en la península ibérica. Las colonias tenían miedo del invasor francés e invocaron, tal y como decía la legislación española de la época, que, en ausencia del rey, el poder recaía en el pueblo. Las comunidades de las colonias españolas se mantuvieron fieles a la corona y solo optaron por la independencia una vez que la metrópoli no pudo garantizar una mínima organización de convivencia.
Pero lo que realmente parece interesante, es como las colonias españolas aspirantes a naciones, se aferraban a la cultura política que había expandido la metrópoli. Tanto los pueblos de la Península como los del Nuevo Mundo se oponían a los franceses y se arraigaban cultural y políticamente a las élites gobernantes de España. Un arraigo que en el Nuevo Mundo americano trascendía desde principios del XVI, desde alrededor de tres siglos atrás.
El Reino español, en contraste con el inglés, se resistía a la modernidad tanto política como técnicamente. La monarquía hispánica no apoyó los nuevos descubrimientos de técnica ni en la primera ni en la segunda revolución industrial, por lo que la burguesía disponía de un lento desarrollo. En cuanto al nivel político, mientras en Inglaterra se producía un lento progreso hacía la limitación del poder del monarca, la monarquía española no recibió tal limitación hasta que las Cortes de Cádiz promulgaron una constitución vanguardista y bastante radical en 1812, quizás fruto de aquel retraso que no se produjo de forma progresiva. España se resistía a la modernidad y producía un retraso tanto en el comercio como en la industria. La monarquía hispánica seguía obcecada en la adquisición y expansión del catolicismo como eje político principal.

Nativo americano saludando al Mayflower. 1620
El Reino español tenía como objetivo una supremacía de intereses públicos sobre los privados, mientras que Inglaterra perseguía el beneficio privado con fines públicos o nacionales. Además, dado que la monarquía hispánica pretendía la extracción de riquezas, creó la figura del adelantado, en comparación con la cultura inglesa que derivó posteriormente en instituciones de división de poderes como ocurrió en Virginia en 1619, como es la Cámara de Ciudadanos Libres. Lo que está claro es que la citada asamblea de Virginia es una derivación de la corriente política que poco a poco se iría implantando en el Reino británico. Sin embargo, no apreciamos este tipo de estructuras políticas en las colonias españolas en América, pues el Estado absolutista no permitía estas instituciones. Cualesquiera que sean los motivos que motivaron la implantación de la figura del adelantado en la América española o la Cámara de Ciudadanos Libres en Virginia, lo que vemos es una mera traslación de la cultura hispánica y anglosajona en América, pues no habiéndose todavía independizado, las derivas políticas eran muy diferentes en una parte de la región que en la otra.
La corona española creaba virreinatos y estructuras de poder reales y militares para expoliar y explotar las colonias españolas en América. Por supuesto, se hizo a base de fuerza e intentando eliminar toda amenaza aborigen que se pusiera por delante. Pero esto no es algo solo propio de la corona española, también ocurrió en el asentamiento de las 13 colonias inglesas en Norteamérica y en su posterior expansión hacia el oeste. Por eso, en este breve análisis, no se puede hablar de que la cultura nativa influyera de forma notoria en las diferencias a nivel de desarrollo posterior, ya que, la población india en las colonias españolas en centro américa se redujo en un 95% entre 1519 y 1605 y un 50% en Perú entre 1570 y 1620. También en Latinoamérica se produjeron sociedades multirraciales, al contrario que en Norteamérica. Pues las sociedades en las colonias del centro y del sur, la población aborigen suponía un 95%. Es decir, que pese a la reducción de las poblaciones nativas, lo población hispánica ostentaba un 5% del total. En resumen, en el centro y en sur del continente americano, las sociedades surgidas a partir de la colonización acuciaron una drástica disminución de la población nativa y además, se empezaron a crear sociedades multirraciales con la población procedente de los súbditos de la monarquía española.
La Monarquía inglesa por su parte, tenía otros objetivos. No era, por tanto, la extracción de riquezas sino, la de establecer rutas comerciales y aprovechar sus recursos naturales, como medio del desarrollo capitalista burgués. Entre España e Inglaterra existía un conflicto entre dos sistemas religiosos. El Estado-Iglesia que impedía toda iniciativa individual, y el Estado-Protestante que sí la apoyaba. Esta deriva se puede establecer desde el gobierno de los Reyes Católicos hasta el fracaso de la Constitución de Cádiz de 1812. Igualmente se puede fechar en la Corona británica desde el siglo XVI. El anglicanismo inglés influyó en la ideología individualista del reino con el paso del tiempo, y, por consiguiente, también en la cultura política de las 13 colonias.
Tal y como estableciera Max Weber en la Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo, las ideas transformaron el mundo moderno capitalista y por ello, con la conformación de los Estados Unidos tenemos la primera vez en el que las ideas transformaron la historia y no al revés. Así pues, las primeras colonias asentadas en Virginia y Plymouth ya llevaban implícita esta tendencia política. Los ingleses tenían unos principios bien marcados, unos principios burgueses. La implantación del régimen político en Norteamérica fue muy diferente de la instaurada en el resto del continente. Como se ha indicado anteriormente, en un polo tenemos Consejos y Asambleas y en el otro -en el polo hispánico- la figura del Adelantado. En Norteamérica se establecieron de manera pionera, unos valores que son los que rigen hoy como universales, como son las libertades sociales, legales y políticas.
Lo descrito hasta ahora no hace, sino que establecer un patrón hereditario de la influencia española en Latinoamérica y la inglesa en Norteamérica. Cabe recordar, que EEUU se independizó en 1776 y Haití en 1804, siendo este país el primero en acceder a la autonomía política respecto a la metrópoli en el cono centro-sur. El desarrollo del capitalismo comenzó no solo con los descubrimientos tecnológicos sino, con el descubrimiento de américa. Este proceso económico y técnico fue acompañado con un progreso político individualista que comenzó en Inglaterra y que se trasladó a sus colonias en el norte de América. A día de hoy este sistema está más que consolidado, y los Estados Unidos son quien mejor lo encarnan, además de, en la actualidad, gozar del estatus de primera potencia mundial. Sin embargo, no ocurrió lo mismo en las colonias españolas.
Las comunidades que se establecieron bajo control español, eran de corte multirracial, y ello ayudó a crear la diversidad nacional que vemos en el sur y centro del continente. Sin embargo, la población aborigen el todo el continente se redujo considerablemente, por lo que la cultura autóctona deja de tener relevancia en este aspecto determinista. Además a día de hoy, se puede atisbar más claramente que en cuanto a política se refiere, más presente está la cultura política hispánica en el centro y en el sur, que cualquiera de los vestigios maya, inca o acteca. Por ello, la herencia doctrinal política de estos dos viejos imperios europeos queda patente en lo que conforma hoy el continente americano, que ya a finales del siglo XIX, Estados Unidos se veía así mismo con la disposición y la fuerza necesaria de rivalizar con los Estados europeos por mantener la influencia en América Latina.
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