La masonería
La masonería es una sociedad secreta, antigua y compleja, cuya historia está entrelazada con eventos significativos de la modernidad, como la Revolución Francesa y los movimientos independentistas en América.

Libro masonería universal
Desde su nacimiento, esta organización ha sido un símbolo de libertad y progreso para algunos, mientras que para otros ha representado un peligroso poder en la sombra. En España, la relación de la masonería con el poder se tiñó de conflicto cuando Francisco Franco, líder autoritario de la posguerra, emprendió una persecución implacable contra los masones, acusándolos de conspirar contra los valores nacionales y religiosos de la nación.
El origen de la masonería como organización formal puede rastrearse hasta la Edad Media, cuando gremios de constructores y artesanos se unían en cofradías. La palabra «masonería» deriva del término francés «maçon», que significa albañil. Los miembros de estas cofradías compartían conocimientos arquitectónicos especializados, técnicas y un sentido de identidad basado en el trabajo conjunto y en los secretos de su oficio. Estos gremios crearon estructuras jerárquicas y rituales que ayudaban a mantener sus habilidades y prácticas exclusivas.
Con el tiempo, estas cofradías evolucionaron, en especial a medida que las construcciones de catedrales y obras monumentales en Europa disminuían en el siglo XVII. En este punto, la masonería comenzó a transformarse en una fraternidad filosófica que abarcaba un ámbito mucho más amplio que la mera construcción. A medida que la Ilustración florecía en Europa, intelectuales y personas influyentes se unieron a las logias masónicas, que adoptaron principios de racionalismo, libertad individual y fraternidad.
La creación de la Gran Logia de Londres en 1717 es un hito crucial para la masonería moderna. A partir de este momento, la masonería dejó de estar vinculada estrictamente a los constructores y empezó a adoptar miembros de otras profesiones, incluidos filósofos, científicos, políticos y hombres de negocios. Los masones comenzaron a desarrollar un sistema de grados jerárquicos y rituales simbólicos que ofrecían enseñanzas filosóficas sobre el autoconocimiento, la moral y el progreso personal.
La masonería moderna defendía valores de libertad, igualdad y fraternidad, en consonancia con los ideales de la Ilustración. Las logias masónicas se convirtieron en espacios de debate y desarrollo intelectual, donde sus miembros discutían ideas sobre democracia, derechos humanos y tolerancia. Esta postura era revolucionaria en una época en que el poder de las monarquías absolutas y la influencia de la Iglesia Católica dominaban la vida política y social de Europa. La masonería se convirtió en un refugio para quienes deseaban escapar del dogmatismo y abogar por reformas políticas y sociales.
A medida que las ideas ilustradas se extendían, la masonería también fue ganando adeptos en otros países. En Francia, fue particularmente influyente durante la Revolución de 1789. Muchos de los líderes revolucionarios eran masones, y se ha debatido ampliamente si las logias masónicas desempeñaron un papel en el desarrollo de los principios republicanos y democráticos de la Revolución. Aunque la masonería como organización no fue responsable de estos movimientos, sus miembros defendieron los ideales de igualdad y libertad que se reflejan en los postulados revolucionarios.
En América, la masonería también tuvo un papel en los procesos de independencia de las colonias españolas y británicas. Figuras como Simón Bolívar y George Washington eran masones, y a través de sus actividades en las logias, promovieron ideas de emancipación y autodeterminación. La masonería se convirtió en una red de personas influyentes que compartían una visión de progreso y de cambio social, y en muchos casos, estos ideales los llevaron a enfrentarse a las autoridades coloniales y monárquicas.
En España, la masonería comenzó a tomar fuerza en el siglo XVIII, principalmente entre la nobleza e intelectuales que simpatizaban con los ideales ilustrados. Sin embargo, su expansión enfrentó una resistencia intensa por parte de la monarquía y la Iglesia Católica, que la veían como una amenaza al orden establecido. A lo largo del siglo XIX, la masonería fue objeto de persecuciones esporádicas y prohibiciones oficiales. Durante el reinado de Isabel II, por ejemplo, se decretó la prohibición de las logias, acusándolas de conspirar contra la monarquía y de propagar ideas liberales.
La situación para la masonería en España cambió drásticamente con la llegada de la Segunda República en 1931, que otorgó mayor libertad y derechos civiles. Muchos políticos y militares republicanos eran masones, y las logias experimentaron un auge significativo. Este crecimiento fue visto con recelo por sectores conservadores, especialmente por la Iglesia y los monárquicos, que acusaban a los masones de influir en las políticas anticlericales del gobierno republicano.

Recepción de aprendiz en la logia de la masonería, 1775
Francisco Franco, tras su victoria en la Guerra Civil Española en 1939, instauró un régimen autoritario que duraría hasta su muerte en 1975. En este contexto, Franco llevó a cabo una campaña de persecución intensa contra la masonería, considerándola un enemigo de la patria. Para Franco, la masonería representaba no solo una amenaza política, sino una conspiración anticristiana y antiespañola que debía ser erradicada. Franco veía en la masonería una organización secreta que buscaba destruir la esencia católica y patriótica de España. En 1940, aprobó la «Ley para la Represión de la Masonería y el Comunismo», que establecía medidas para identificar, perseguir y castigar a los masones en el país. Esta ley permitió la creación de tribunales especiales que juzgaban a aquellos sospechosos de pertenecer a logias masónicas, y las penas incluían desde el encarcelamiento hasta el exilio.
Para Franco, la masonería no era solo un enemigo político, sino una fuerza subversiva internacional que conspiraba desde las sombras para debilitar a España. En sus discursos y escritos, Franco describía a los masones como agentes de una conspiración global dirigida por intereses extranjeros, especialmente británicos y estadounidenses, para desestabilizar el país. Esta visión conspirativa de la masonería fue uno de los pilares de la propaganda franquista, que la presentó como una organización anticristiana y anticatólica. Franco creía que la masonería promovía una ideología internacionalista y cosmopolita que chocaba con su visión de una España unificada y católica. La masonería, con su red de contactos internacionales y sus ideales de libertad y tolerancia, era percibida como una influencia desestabilizadora que erosionaba los valores tradicionales. En su retórica, Franco retrataba a los masones como traidores a la patria, acusándolos de trabajar en alianza con potencias extranjeras para socavar la soberanía española.
Este discurso de Franco se enmarcaba en un contexto de guerra ideológica y paranoia internacional. Tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo estaba polarizado entre bloques ideológicos opuestos, y Franco usó este clima de sospecha para consolidar su poder, justificando su represión hacia aquellos que consideraba enemigos de la nación. La masonería, al estar vinculada a ideales de libertad y democracia, era vista como una amenaza constante a la estabilidad del régimen.
La persecución franquista tuvo un efecto devastador en la masonería en España. Las logias fueron desmanteladas, sus miembros encarcelados, y muchos de ellos se exiliaron para evitar las represalias del régimen. Durante décadas, la masonería en España quedó prácticamente extinguida, y no fue sino hasta la transición democrática que comenzó a reorganizarse y a recuperar su presencia en el país. La represión de Franco generó un estigma social hacia la masonería, que aún hoy persiste en algunos sectores de la sociedad española.
La propaganda franquista construyó una imagen de la masonería como una conspiración oscura y destructiva, una narrativa que perduró y moldeó la percepción pública de la organización durante mucho tiempo. Aunque la masonería ha sido legal desde la muerte de Franco, todavía enfrenta desafíos y perjuicios derivados de las décadas de persecución y de la visión negativa promovida por el régimen franquista.
La masonería, desde su origen como una fraternidad de constructores hasta su desarrollo como una organización filosófica y social, ha sido una fuerza de cambio y progreso en la historia moderna.
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