La opinión de la mayoría
La opinión de la mayoría está directamente relacionada con la democracia y por tanto, con el sufragio universal. Uno de los grandes recelos del liberalismo clásico.
Los -ismos y su repercusión
Una vez y se fue instaurando el liberalismo con las revoluciones inglesa y francesa, lo que se implantó fue un sufragio restringido a unas élites sociales, es decir, un denominado sufragio censitario a razón de patrimonio y/o renta, sexo, etcétera. El sistema político nacido, por ejemplo de la Revolución francesa, el cual se basó en la idea de nación de ciudadanos libres e iguales, no fue tal en la práctica. Habría que esperar hasta casi el final de la Segunda Guerra Mundial para que se estableciera un sufragio universal pleno. También ocurrió con la independencia de los Estados Unidos. Donde no a todos los ciudadanos se les permitía formar parte del sistema democrático.
El liberalismo, pues, recelaba del Estado absoluto monárquico y de los estamentos sin movilidad social del antiguo régimen; monarquía, nobleza y clero. Pero también de la opinión de la mayoría que también ponía en juego y entredicho los privilegios de una burguesía naciente. La burguesía nació y creció como resultado de los avances económicos, comerciales y productivos de las sociedades en el seno de Europa. Y este poder económico creía poder tener los mismos derechos en la vida política que los anteriores clases estamentales. Pero no que el proletariado, pues esta clase paupérrima no debía ostentar los mismos derechos político por no disponer de medios económicos y/o educativos.
Multitud de personas
Aquí entra de lleno el concepto de autonomía de la voluntad. Se tenía la percepción de que aquel ciudadano que no fuera libre económicamente no podría tampoco ser libre a la hora de votar y elegir a los representantes. Pues aquellas personas completamente dependientes económicamente de su jefe o de su amo (como en el caso de los EEUU hasta que no fue abolida la esclavitud en 1863) no podría votar libremente. Pero claro, en Francia la esclavitud fue abolida en 1789 con la Revolución francesa, aunque en la práctica debido del régimen político naciente y de la falta de garantías laborales, todavía había gran parte de los ciudadanos dependiendo de sus respectivos jefes. También en el ámbito de las distinciones entre sexos. Las mujeres no podían votar con las leyes de la Revolución en Francia. Esto solo fue posible el 21 de abril de 1944. También se tuvo en consideración la falta de libertades personales, económicas y sociales respecto de los hombres para negarle el voto a las mujeres.
La autonomía de la voluntad para ir en contra de la opinión de la mayoría es coherente teóricamente, pero en la práctica pudo suponer un pretexto para la negación del derecho al sufragio. Pues el hecho de que una persona pueda no ser libre debido de sus medios que ostenta es una clara derivación del sistema político injusto implantado que a su vez, difícilmente podrá cambiarse si precisamente no se permite el acceso al poder democrático de las clases más dependientes.
Respecto a la política de la actualidad, la opinión de la mayoría es un concepto que está muy presente. Como hemos visto está intrínsecamente relacionado con la democracia que a su vez significa sufragio universal. Ortega y Gasset hacía alusión al hombre-masa y por tanto, a la rebelión de las masas tanto en España como en toda Europa con el estallido del movimiento obrero, sobre todo. Gasset era un liberal de pleno. También el gran filósofo alemán Immanuel Kant sentía la necesidad de establecer un sistema político donde el individuo fuera libre en conciencia y en medios para alcanzar unos fines alternativos e innovadores diferentes de los generalmente aceptados y practicados por una comunidad. Kant era un ilustrado, lo que dio paso al liberalismo posterior.
Y es que, en la mayoría de las ocasiones somos completamente inconscientes del origen de nuestras ideas. Es muy difícil saber si nuestra conciencia está fundada o infundada por las opiniones de grandes maestros en la retórica con dotes carismáticas. El pensamiento individual, crítico y libre se ve en la mayoría de las veces vetado, ocultado y coaccionado por aquellas opiniones dominantes ampliamente aceptadas. La opinión de la mayoría se convierte así en una idea autócrata capaz de señalar y poner en el foco la dialéctica contraria.
A día de hoy, la super expansión de la democracia en una era donde las tecnologías de la información y la comunicación han tomado parte en la vida político-social, la clase política infiere unas ideas dominantes de difícil escape. Pero también aquellos ciudadanos bien por adopción de éstas últimas como por aceptación de unos ideales de acorde a su propio interés, propagan concepciones políticas alejadas completamente de la realidad y de la coherencia, que sin embargo, son de relevante calado entre aquellos que solo buscan un concepto que dote de sentido no solo a su propio interés sino, incluso, a su mera perdición de un pensamiento político incapaz de ser configurado por sí mismo.
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