Franco, de la infancia al alzamiento de 1936. Parte 2

por | PENSAMIENTO POLÍTICO

Hasta 1936, la trayectoria de Franco estuvo definida por su origen humilde, una formación rigurosa y su ascenso en el Ejército Español, hasta consolidarse como uno de los principales líderes del levantamiento militar que desencadenó la Guerra Civil Española.

Francisco Franco Bahamonde

Francisco Franco Bahamonde

De General a Líder en la República

El ascenso de Franco al rango de general de brigada en 1926 marcó un hito en su carrera militar. A los 33 años, se convirtió en el general más joven de Europa, un logro que reflejaba no solo su talento estratégico, sino también su capacidad para mantenerse al margen de las disputas políticas que dividían al Ejército. Este enfoque pragmático y calculador le permitió prosperar en un entorno marcado por intrigas y rivalidades.

Durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930), Franco adoptó una postura de lealtad hacia el régimen, evitando cualquier implicación en conspiraciones políticas. Este periodo fue crucial para su desarrollo profesional, ya que le permitió afianzar su reputación como un oficial competente y disciplinado. Franco evitó los excesos de otros oficiales que intentaban ganar favores políticos, centrándose en consolidar su autoridad dentro del Ejército.

La proclamación de la Segunda República en 1931 trajo cambios significativos para el Ejército español. El nuevo régimen, caracterizado por su carácter progresista y anticlerical, implementó reformas que buscaban limitar la influencia de los militares en la política. Estas medidas incluyeron la reducción de efectivos, la eliminación de privilegios y la secularización de la vida pública. Franco, aunque inicialmente respetuoso con las decisiones republicanas, pronto comenzó a percibir estas reformas como una amenaza a los valores tradicionales que defendía.

En este contexto, Franco se trasladó a varios destinos, incluido La Coruña y Zaragoza, donde desempeñó roles administrativos. Aunque estaba apartado de las posiciones más influyentes, su reputación como un militar apolítico y disciplinado le permitió ser designado director de la Academia General Militar de Zaragoza en 1928. En este cargo, Franco implementó un enfoque educativo que enfatizaba la disciplina, el orden y la lealtad, valores que consideraba esenciales para los oficiales del futuro.

Franco y el rey Juan Carlos I

Franco y el rey Juan Carlos I

El ascenso del Frente Popular al poder en 1936 intensificó las tensiones políticas y sociales en España. Las huelgas, los enfrentamientos entre facciones políticas y el aumento de la violencia callejera crearon un clima de inestabilidad que alarmó a sectores conservadores, incluyendo a Franco. Aunque inicialmente adoptó una postura cautelosa, su implicación en la represión de la Revolución de Asturias en 1934 le posicionó como un defensor del orden, ganándose el respeto de sectores militares y civiles conservadores.

Franco era percibido como un militar pragmático, más interesado en mantener el orden que en promover una ideología específica. Sin embargo, esta imagen comenzó a cambiar cuando las tensiones políticas alcanzaron su punto crítico en 1936, y Franco decidió unirse a los sectores del Ejército que planeaban un levantamiento contra el gobierno republicano.

El Golpe de Estado de 1936

El Golpe de Estado de 1936 fue el resultado de años de creciente polarización política en España. Las tensiones entre las fuerzas republicanas, socialistas y comunistas, por un lado, y los sectores conservadores, monárquicos y religiosos, por otro, habían alcanzado niveles insostenibles tras las elecciones de febrero de 1936, en las que el Frente Popular obtuvo una victoria ajustada. El asesinato del líder monárquico José Calvo Sotelo en julio de ese año fue el catalizador final que llevó a un grupo de militares a conspirar abiertamente contra el gobierno.

Francisco Franco, inicialmente reticente a participar en el golpe debido a su carácter prudente, finalmente se unió al plan tras recibir garantías de apoyo logístico y estratégico. Fue enviado a Canarias, un destino considerado como una forma de aislamiento político por parte del gobierno republicano. Sin embargo, este traslado le permitió actuar con discreción, organizando contactos y coordinando con otros conspiradores.

El 18 de julio de 1936, Franco emitió un manifiesto desde Canarias, justificando el levantamiento como una acción necesaria para salvar a España del caos. Desde allí, voló a Marruecos, donde asumió el mando del Ejército de África, una fuerza de élite compuesta por tropas regulares y legionarios. Estas tropas jugaron un papel crucial en los primeros días del levantamiento, ya que su disciplina y experiencia contrastaban con la fragmentación de las fuerzas republicanas.

El puente aéreo entre Marruecos y la península, facilitado por aviones alemanes e italianos, fue uno de los movimientos estratégicos más importantes de Franco. Este despliegue permitió que las tropas del Ejército de África se unieran rápidamente al conflicto en la península, marcando el inicio de lo que sería una guerra civil de tres años. Aunque el golpe no logró su objetivo inmediato de tomar el control del país, estableció a Franco como una de las figuras centrales del bando sublevado.

La elección de Franco como líder del golpe se basó en su reputación de pragmatismo y capacidad de organización. A diferencia de otros militares más carismáticos, como José Sanjurjo o Emilio Mola, Franco era percibido como un hombre confiable, capaz de tomar decisiones difíciles sin dejarse llevar por pasiones ideológicas. Esta percepción, combinada con su éxito en Marruecos y su control del Ejército de África, le permitió consolidar su posición como líder militar y, eventualmente, político.

Conclusión

Francisco Franco, hasta el inicio de la Guerra Civil Española, se distinguió por su disciplina, su pragmatismo y su capacidad para aprovechar las circunstancias a su favor. Su vida personal, marcada por valores tradicionales y una imagen de austeridad, reforzó su conexión con sectores conservadores y religiosos. Su carrera militar, construida sobre la experiencia en Marruecos y una reputación de eficiencia, le posicionó como un líder natural en un momento de crisis. Finalmente, su papel en el golpe de Estado de 1936 lo catapultó al centro de la historia de España, donde jugaría un papel determinante durante las décadas siguientes.